¿Emergencia Humanitaria o Emergencia Hospitalaria?
El pasado 19 de agosto, el presidente de la Asociación de Clínicas y Hospitales, Cristino García solicitó al Gobierno Nacional declarar una Emergencia Humanitaria en el sector salud, debido a la profunda crisis que atraviesan los servicios tanto a nivel público como privado. Ambos ámbitos se han visto afectados de manera importante por la falta de personal e insumos, lo cual aunado a una infraestructura insuficiente y en mal estado, ha llevado al sector salud a una situación de profunda crisis que incluye el cierre de servicios que son vitales para muchas personas.
Como respuesta, la Defensora del Pueblo Gabriela Ramírez despachó el asunto sin mayores explicaciones, indicando que la solicitud era “absolutamente desproporcionada”. Y tiene razón: si nos detenemos en el sentido estricto del concepto Emergencia Humanitaria no sólo la solicitud es desatinada sino que además, no le tocaría al Gobierno Nacional declararla. Y aquí, hemos perdido como ciudadanos una oportunidad de oro para exigir de manera contundente que el Derecho a la Salud sea respetado en Venezuela. Entonces ¿De qué estamos hablando?
1. No es una emergencia humanitaria:
En el ámbito de las organizaciones internacionales y de cooperación humanitaria, las Emergencias Humanitarias son el tipo más serio de crisis. Se refieren en su sentido más estricto a “una profunda crisis social donde gran cantidad de personas mueren y sufren la guerra, la enfermedad, el hambre y el desplazamiento debido a desastres naturales y los provocados por el hombre”[i]. Esto quiere decir que en los países donde se han declarado las mismas, existen circunstancias coyunturales o estructurales que atentan contra la vida de las personas y que se generan a partir de 4 variables fundamentales: guerra, desplazamiento, hambre y enfermedad. En Venezuela tenemos un poco de cada una de estas variables, pero ninguna de ellas se manifiesta en proporciones considerables a las de una crisis. Quizás la guerra, entendida como violencia podría ofrecernos los indicadores más alarmantes. Sin embargo, aunque el número de muertes por violencia en Venezuela puede corresponderse con lo que estrictamente es una guerra, no existen los andamiajes de ésta, en términos de grupos humanos enfrentados por tensiones sociales, políticas, raciales o de otra índole.
2. Podría ser mal interpretado e incluso ser ridículo:
Cuando un Estado declara Emergencia Humanitaria, abre las puertas a la ayuda internacional la cual se expresa a través de acciones orientadas a disminuir el sufrimiento de las víctimas, garantizar su subsistencia, proteger los derechos humanos y defender su dignidad. Para los organismos internacionales, una declaración de Emergencia Humanitaria por parte del Gobierno venezolano puede resultar realmente ridícula: somos un país que regala su gasolina –llenar un tanque en Venezuela puede costar según el tipo de cambio entre US$0.5 y US$0.07- y que hace menos de una semana envió 60 toneladas de ayuda humanitaria a la Franja de Gaza. Sería absolutamente inconsistente y además cínico de parte de Venezuela hacer esto, sobre todo si tomamos en cuenta que hace un par de días la Organización de Naciones Unidas declaró en una situación sin precedentes, el máximo nivel de emergencia humanitaria (denominado Nivel 3 de emergencia) debido a 4 cuatro de las Emergencias Humanitarias mundiales protagonizadas por Irak, Sudán del Sur, Siria y República Centroafricana.
3. Las Emergencias Humanitarias no se declaran en un solo sector:
No se puede decir que hay Emergencia Humanitaria de Salud, como se ha pretendido hacer a partir de la solicitud del Dr. García. Estas declaraciones obedecen a situaciones multidimensionales y expresan crisis intensas y complejas en muchos ámbitos de la vida nacional: político, social, económico y humanitario. Es innegable que en Venezuela se vive una situación “intensa y compleja” en todos estos aspectos, pero comparativamente nuestra crisis interna -aunque la veamos atroz dado que afecta directamente nuestras vidas- no alcanza aun las proporciones de una emergencia, sobre todo si estudiamos casos como Bangladesh, Nigeria, Laos, Etiopía y Eritrea; países donde la ingobernabilidad, la inoperancia de las instituciones, los conflictos raciales y tribales condujeron a la necesidad de recibir ayuda humanitaria e intervenciones de terceros en conflictos donde la violencia generó sufrimiento y caos en toda la vida nacional por mucho años.
4. La Emergencia Humanitaria no podría ser declarada por el propio Gobierno venezolano:
Esto sólo sucede cuando el Estado desea demostrar que todos sus esfuerzos internos no son conducentes al cambio de la situación porque está sometido a presiones que no controla y en consecuencia, su ámbito de acción está limitado. En el caso venezolano, el Gobierno sigue siendo el único responsable de la profunda crisis del sistema de salud, que no sólo es una consecuencia directa de la incapacidad para gestionar de manera eficiente estos servicios (y todos los otros) sino de un sistema de control de cambio que sataniza las importaciones, regula sin sentido los precios de los insumos médicos y somete al sector privado a un estrangulamiento progresivo. Habría que ver si esta es una política intencionada o si forma parte de la estructura del deterioro que caracteriza la gestión gubernamental. En este sentido, hay que tener algo muy claro: cuando se pide una declaración de Emergencia Humanitaria, de alguna manera se está creando un marco para que el Gobierno no parezca responsable de la crisis que ha generado.
5. La profunda crisis del Derecho a la salud agarra al sector opositor descuidado:
Los grupos de Oposición no parecen tener en este momento la fortaleza necesaria para hacerle frente a la Emergencia. En medio de sus tensiones internas pierden tiempo sacándose la lengua entre bandos. Sería ideal que aprovecharan esa energía en sistematizar a través de un estudio la magnitud de afectación que ha generado esta crisis en la vida de miles de familias a nivel nacional, que actuaran para empoderar a los pacientes en un proceso que los haga conocedores de sus derechos y de los mecanismos para exigirlos. Solo iniciativas incipientes han surgido y su impacto no es conocido ni sistemático.
Con este panorama, el llamado es a que se pueda configurar un auténtico llamado al Gobierno venezolano para que responda por la vida de las miles de personas que esperan por atención médica básica, por los que tienen más de 10 meses esperando por una cirugía o los que ni consiguen insumos básicos para aliviar sus dolencias. La verdadera emergencia es Hospitalaria, nuestros centros de salud están en condiciones deplorables y no pasan ninguna prueba de estándares básicos. Ese es el horror.
Llamamientos con nombres rimbombantes y sin consistencia real, pueden resultar fatales y desviar la atención sobre quienes tiene la verdadera responsabilidad. En este ámbito la acción articulada puede ser muy efectiva: la unión de los gremios, el empoderamiento de los pacientes y la denuncia ciudadana sistemática es fundamental.
Me imagino una inmensa cola frente a las oficinas de la Defensoría del Pueblo, una protesta organizada donde los miles de afectados hagan su denuncia de manera individual solicitando les sea garantizado el Derecho a la Salud. ¿Podrá de esta manera Gabriela Ramírez acusar al pueblo de “desproporcionado”? No creo, porque quien sí ha sido desproporcionado en indolencia e ineficiencia para el manejo y administración de la salud es el Gobierno venezolano. Y de eso ya casi nadie tiene dudas.
[i] Väyrynen, Raimo (1996): The Age of Humanitarian Emergencies. The United Nations University/World Institute of Development Economic Research. Research for Action No. 25. Helsinki.
Fotografía: pol ubeda bajo licencia CC