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Venezuela en la distancia

Irse siempre es difícil, quedarse lo es mucho más. Tomé la decisión, como muchos otros, con el fin de escapar un ratico, vivir la normalidad de otra realidad, entender que lo que vivimos no es lo que debería ser. Primero crees que racionalmente lo tienes claro, y eso dura hasta que entras a un abasto y quedas sorprendido al ver que hay más de ocho marcas diferentes de papel higiénico. O hasta el día que te descubres racionando todo porque “si se acaba, no sabes cuándo podrás comprar”. Todas son acciones inconscientes, reflejos de una realidad que se convirtió en lo normal.

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La distancia ayuda a pensar, a ver mejor el panorama, tal vez a eliminar la paranoia. Sirve para ver los problemas desde otro ángulo, entender cuán graves o leves son, cuánta exageración hay y cuánta mentira a gritos se dice a diario en medios. Sirve para drenar, para olvidar, para superar. También para extrañar, recordar lo bonito. En mi caso, ha servido para aumentar las ganas de luchar por Venezuela, no en la distancia, sino en casa.

Venezuela en la distancia se ve golpeada, adolorida. Grita en medio del silencio del mundo, que sus ruegos sean escuchados por quienes tiene la capacidad de hacer la diferencia. Agoniza en medio del desastre institucional, en medio de la falta de organización en algunos sectores, llora desesperada porque sus hijos huyen aterrados de ella. Una madre que maltrató a sus hijos porque el sistema la obligó.

La Patria, suena más bonita cuando se pronuncia en códigos de área diferentes, donde la solidaridad también se hace sentir. Suena más propia cuando alguien afuera opina sin conocimiento, cuando la insultan sin razón. Muchos nos fuimos un rato para estudiar, prepararnos, volver y luchar. Otros se fueron para siempre, otros se quedarán por siempre, otros ya no están. No se puede juzgar a ninguno, menos si no nos ponemos en los zapatos del otro. Juzgar el camino de otro, en tus propios zapatos es, también, un acto de cobardía.

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En la distancia, Venezuela, se ve sola; pero sabemos que dentro hay quienes sin descanso dan la pelea desde su rincón, desde su espacio. Son ellos quienes cambiarán la realidad, no solo desde el poder, sino desde su ser. No sé exactamente qué pasará a continuación, pero sé que sin importar nada, nosotros siempre, seguiremos.

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